Improvisamos una frase, hacemos un silencio y, en vez de simplemente comenzar otra frase, aguantamos el impulso. Al tocar en la 2da intención (en vez de la 1era) se abren nuevas posibilidades rítmicas en nuestros solos. Uno de mis ejercicios preferidos para evitar decir “¿por qué siempre toco lo mismo?”.